Un chico pájaro, incapaz aprender a volar, esnifa cocaína en la rama de un árbol, deprimido, consumido, vestido con traje y corbata de oficinista gris. Una guerra que recuerda a Vietnam, azuzada por prejuicios religiosos, enfrenta a ositos y unicornios en un bosque mágico. Una suerte de Caronte transporta en una barca a un demonio con cara de bueno, pero triste, mientras entre la niebla el barquero comenta que “Trabajo no hay, pero siempre puedes montártelo por tu cuenta”.
La cabeza de Alberto Vázquez (A Coruña, 1980) es una cueva de cuentos donde personajes antropomorfos, muchas veces de aspecto infantil, padecen desconsuelos y espantos. Incluso holocaustos. La exposición que podréis ver en esta 58 edición del FICX en el Centro Cultural Antiguo Instituto (CCAI) fascina y acongoja a partes iguales. Belleza que inquieta.
Vázquez es capaz de ilustrar las pesadillas de Poe o Lovecraft y, también, las aventuras de El lobo con botas. O de recrear deliciosos ambientes fantásticos en sus películas y cómics que, sin embargo, encuadran historias con emociones hondas, de las que conmueven, de las que duelen, como le duelen los ojos semivacíos a su encantador y a la vez desolador Birdboy:
“Los animales antropomorfos son una constante en nuestro folclore y en los cuentos clásicos y fábulas del mundo. Tienen una cosa muy interesante, y es que no tienen tiempo ni lugar, es decir, son universales. Para mí, es más sencillo porque me permiten crear mundos paralelos para poder hablar de nuestra realidad humana mediante metáforas y fantasía. Es por eso que los utilizo, y bueno, porque los animales son bonitos de dibujar”. Cuando el artista disfruta, y además busca un lenguaje accesible a muchos públicos, conecta directo a la arteria.
Birdboy ganó el Goya al Mejor Cortometraje de Animación en 2012. Alberto repitió con Decorado en 2017, cuando también se llevó el Goya a la Mejor Película de Animación por Psiconautas.
Esas películas nacieron de sus tebeos, como también el cortometraje Sangre de unicornio, que antecedió a su actual proyecto: “Mi siguiente largometraje de animación, Unicorn Wars, es una especie de Apocalipsis Now mezclado con el mundo del cuento. Ahora mismo estamos ya en producción y se podrá ver en 2022”.
Mientras llega, la exposición del FICX combinará elementos de todas sus facetas artísticas: “Habrá procesos de la animación (storyboard, diseño de personajes, layout...), pero también páginas de cómic e ilustraciones que ayudan a entender la transición del mundo editorial al mundo audiovisual”.
En ese camino, a este gallego le ha dado tiempo de crear incluso un videojuego adictivo y hermoso, cuyo nombre resuena hoy más inquietante que cuando lo estrenó: Microbian. “La premisa es muy sencilla: eres un microbio en un mundo hostil. Escapa como puedas”. Justo lo contrario de los días enfermos que nos ha traído este 2020:
“Sí, Microbian ya salió hace un par de años, antes de la actual pandemia. Yo estaba con mi amigo y músico de muchos de mis proyectos, Víctor García, y él quería programar una app. Surgió la idea de juntarnos y hacer un juego. Y, aunque no teníamos experiencia, nos liamos la manta a la cabeza. Tras mucho trabajo diseñamos un juego de plataformas para móvil que ha funcionado muy bien. Ha sido un reto que nos ha hecho aprender y enfrentarnos a un montón de complicaciones. Ahora estamos pensando en el siguiente”.
Mientras tanto, acaba de publicar La Caza (Astiberri), “un cómic/libro ilustrado sobre un cazador prehistórico”, más un recopilatorio de cuentos infantiles en Anaya. Pocos autores tienen una conexión tan personal con el cuento como narración, para lo más luminoso y para lo más sombrío. Pero siempre emocionante. Del 20 al 28 de noviembre, y gracias a la colaboración de la Fundación Municipal de Cultura, lo podréis comprobar en nuestro Festival.
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