HISTORIAS DEL FICX: El día que metimos un Óscar en una mochila

Enviado por prensa@gijonfi… el Mar, 06/10/2020 - 14:57
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Hubo un día en el que tuvimos un Óscar. Aída Gaitero todavía se ríe al recordarlo.

El nombre de Aída puede leerse en los créditos de muchas películas y documentales españoles. Desde 2012, forma parte del equipo del FICX trabajando en el departamento de actividades complementarias, responsable precisamente de la exposición de la que os hablamos: la que homenajeó a la diseñadora de vestuario hispano-británica Yvonne Blake en 2014, cuando asistió al 52 FICX para recoger el Premio Mujer de Cine de manos del director de cine Richard Lester.

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Yvonne Blake premio

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La llegada al hotel también tuvo su carga anecdótica, como la cara del recepcionista al ver la estatuilla. O su sorpresa ante la petición de Aitor de un "recibo de caja fuerte" para asegurarse que no había lugar a extravíos en el ocaso de una jornada pintoresca y llena de estrecha vigilancia.

La expo desplegó algunos de los trajes más icónicos de la diseñadora, sus bocetos originales y... el Óscar que ganó al Mejor diseño de vestuario por Nicolás y Alejandra en 1971. ¡El Óscar! La estatuilla iba a exponerse en el Centro de Cultura Antiguo Instituto de Gijón y Aída recuerda cómo Aitor Moriyón, compañero del festival, se hizo cargo de la misma. Esto fue lo que sucedió:

Aitor fue a buscarla a la caja fuerte del Hernán Cortés, hotel donde se alojaba Yvonne Blake. Metió el Oscar en una mochila negra de Decathlon, porque "así no parecía nada importante".
 

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Yvonne Blake oscar

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Tomó la calle Begoña, y al ver a la RTPA entrevistando al otrora director del festival Nacho Carballo, paró un instante frente a ellos y les mostró la cabecita del Óscar asomando por la cremallera de la mochila. Tiempo congelado. Pocos pasos después, el Óscar estaba en su destino.

Pero al cierre de puertas del CCAI al mediodía, Aitor volvía a hacerse cargo de la estatuilla, que esta vez viajó hasta el barrio de La Arena, donde le tocó posar en la mesa de comer, entre platos humeantes y ante la atenta mirada de Moriyón y su madre. Y vuelta al CCAI.

¿Y de noche? Para el Teatro Jovellanos, en la mochila claro, donde le esperaba un palco custodiado. La esperanza de Aitor era entregarlo a su dueña al cierre de aquel sonoro y aclamado discurso del "somos mujeres, no gilipollas". Pero nada más lejos de la realidad. Las andanzas entre ambos iban a sumar más momentos, puesto que la prioridad de Yvonne Blake no era recoger su estatuilla sino salir a cenar percebes con Don Lester.

Vuelta a la mochila. Vuelta a las calles de Gijón. Vuelta al anonimato en pos de la seguridad, en manos de Aitor, quien de camino al Hernán Cortés se encontró —esta vez— con su familia, a quienes —como es natural— regaló la oportunidad de ver un Óscar cara a cara por primera vez. Volvió a congelarse el tiempo en Begoña y cuando el sopor se desvaneció, la familia decidió flanquear con su compañía a la singular pareja, en el que iba a ser su último recorrido furtivo juntos. Aitor y el Óscar.

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Y además anduvo por Gijón durante todo el día
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