Hay momentos en La Fortaleza en los que te dan ganas de coger al protagonista y abofetearle. En otros, de abrazarle. Su descenso a los infiernos en plena selva venezolana, al modo de un Corazón de las Tinieblas contemporáneo, te hace saltar de la angustia a la esperanza, y de la esperanza y al asombro durante una historia que parte de una premisa sencilla: Roque, un alcohólico de 40 años, se encuentra de repente de patitas en la calle de su casa paterna y ha de decidir qué hacer. No lo piensa mucho.
Con el trasfondo de una Caracas convulsa por el desquiciamiento político que arrastra desde hace ya años, Roque se embarca en un viaje que no sabes si es huida o búsqueda. Se sumerge en la selva amazónica, donde tiene un conocido con una mina de oro clandestina. A partir de ese momento, observas en la pantalla escenas que no sabes si son ficción o están sacadas de un documental. Si aquello existe tal cual no está recreado con una fidelidad increíble. Roque el alcohólico busca la redención personal en medio de aquella jungla humana, atrapado, de mano, en sus propios demonios.
Hay algo más conmovedor aún en esta película de Jorge Thielen Armand: el protagonista está inspirado en su padre, que además lo encarna en la pantalla. Pocas veces una historia de tamaña crudeza parte de una biografía que son dos, pues reúne la visión del padre y también la del hijo, uno de los cineastas iberoamericanos más interesantes que podéis descubrir hoy.
La Fortaleza compite en nuestra sección oficial de esta 58 edición del FICX, dentro de la sección Tierres en Trance, que reúne lo mejor del cine iberoamericano actual, siempre comprometido con sus combates.
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